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Mater Christi, Meditaciones Diarias | por Emilio Castrillón Hernández

  • Meditación del día:

Buenos días.

Durante esta semana avanzamos hacia la Solemnidad de Pentecostés en la que, celebrando la Solemnidad de Pentecostés, tendremos la oportunidad de renovar la presencia del Espíritu Santo en cada uno de los que lo recibimos en el Bautismo primero, y la consolidación de su presencia, en el sacramento de la Confirmación.

En la Profesión de Fe, Símbolo de los Apóstoles, decimos: "Creo en el Espíritu Santo”, y siguiendo el Símbolo Niceno Constantinopolitano (Símbolo de Nicea), decimos: "Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y el Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y Gloria, y que habló por medio de los profetas”.
En este artículo de la Fe ya se expresa la aceptación de quién es el Espíritu Santo y lo que representa en la Historia de la Salvación: Tercera Persona de la Santísima Trinidad, por la que Dios se reveló a través de los Profetas.

Más adelante, en la Anunciación, cuando la Virgen María se turbó grandemente ante las palabras del Arcángel Gabriel y le interrogó diciendo: "¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”, el ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios”. De aquí que se aclame a la Santísima Virgen como ‘Esposa del Espíritu Santo’.

Es importante, más, es necesario que durante estos días que faltan para llegar a la Solemnidad de Pentecostés, se haga una oración intensa, pobre y humilde, capaz de hacernos comprender cómo acogemos de ordinario al Espíritu Santo, que habita en uno mismo por razón de los sacramentos recibidos, del Bautismo y de la Confirmación, y aceptamos su ayuda, sus mociones, que van marcando el camino espiritual.

Conviene disponer el corazón para que nuevamente, en este próximo Pentecostés, pueda el Espíritu Santo, a través de la Liturgia, actualizar su Gracia y renovar la propia vida, de forma que en adelante la conversión del corazón, de la vida y de las costumbres, sean una realidad más constatable, por propios y extraños, por cercanos y más lejanos.

Pidamos la ayuda a la Santísima Virgen María, para que igual que oró con los Apóstoles en la espera del Espíritu Santo, nos guíe a nosotros para alcanzar la presencia renovadora del Espíritu Santo en esta Solemnidad de Pentecostés. AMÉN.


Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid - España



Meditaciones: Virtudes Teologales

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