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Mater Christi, Meditaciones Diarias | por Emilio Castrillón Hernández

  • Meditación del día:

Buenos días.

En la Fiesta de San Mateo, apóstol y evangelista, nos acercamos a una personalidad que nos puede decir mucho para nuestro mundo y para ver que la posibilidad de conversión de vida, de cambio de la forma de pensar y de actuar es posible.

San Mateo vivió en Cafarnaúm, a orillas del lago de Galilea, y fue elegido por Jesús para integrar el grupo de los Doce.
Mateo fue hijo de Alfeo y llevó el nombre de ‘Leví’ antes de su conversión, según lo atestiguan los evangelistas San Marcos y San Lucas. Leví ejerció el oficio de ‘publicano’, recaudador de impuestos.

Los publicanos solían ser personajes acaudalados, pero, al mismo tiempo, objeto del repudio general: primero, porque los impuestos que recaudaban eran considerados excesivos e injustos por los judíos, ya que además el caudal mayor iba a manos de los romanos; y, segundo, porque se enriquecían a costas de la miseria del pueblo al que pertenecían. Estos motivos eran suficientes para que fuesen considerados "pecadores públicos” y personajes corruptos según la Ley de Dios.

Sin embargo, nada de lo indicado pareció importarle mucho a Jesús, quien, un día mientras caminaba, vio a Mateo sentado cobrando impuestos, se le acercó y le dijo: "Sígueme”. Él escuchó la llamada del Maestro y, sin dudarlo, se levantó y lo siguió  (Mt 9,9ss). Encontramos los paralelos en los otros dos Evangelios sinópticos (Mc 2,14ss; Lc 5,27ss).

En los primeros años de la Iglesia primitiva, el Apóstol estuvo en contacto con la comunidad cristiana de Judea, y, en consecuencia, tuvo que lidiar con los conflictos entre los judíos que querían seguir a Jesús y aquellos que, por el contrario, se aferraban a la Ley antigua. Por eso su Evangelio está articulado consistentemente por pistas en torno a por qué Cristo es el Mesías esperado.

Seguir a Jesús de Nazaret exige determinación para decidirse a dar el paso y constancia en el día a día, que termina siendo lo más costoso, pues sabemos que la perseverancia impone muchas renuncias que cuestan mucho trabajo mantenerlas, pero, sin duda, merece la pena.

Pidamos a San Mateo que nos ayude a ser decididos y constantes en el seguimiento del Maestro, y que nos fortalezca en los trabajos de cada uno por el Evangelio. AMÉN


Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid - España



Meditaciones: Virgen María

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