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Mater Christi, Meditaciones Diarias | por Emilio Castrillón Hernández

  • Meditación del día:

Buenos días.

Dice Tomás Kempis en el famoso libro, ‘El Kempis’: "No hay hombre en el mundo sin tribulación o angustia, aunque sea rey o papa”, afirmación que no pondrá en duda nadie, pero que necesitará al menos alguna consideración.

Malo es vivir con angustia o tribulación, aunque son dos términos muy similares en sus significados, pero lo peor es no saber superarlos, porque lo que ya parecería algo innombrable sería el no querer hacerlo.

La vida, no pocas veces, pone a las personas frente a situaciones o a hechos que las hacen sufrir, bien por el comportamientos de los otros, bien por no saber encajar los ‘golpes’ que se reciben, incluso por ese 'no saberse gobernar' que lleva a cometer errores que con sus consecuencias someten a la persona a esas situaciones no fáciles de superar.

Pero cuando la base sobre la que se construye la propia vida, el fundamento de su propio existir, es Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, las cosas son completamente distintas. Es cierto que las respuestas que se han de dar a los compromisos de Fe, adquiridos principalmente en el Bautismo, ya conllevan la Luz y la Paz que se impondrán sobre la angustia y la tribulación, por lo que simplemente será cuestión de ‘pararse’ y pensar para comprender dos cosas: una, que el sufrimiento uniéndolo a la Cruz del Señor Jesucristo, es renovador y salvador en sí mismo y otra, que no debe haber nada ni nadie en el mundo que le someta a uno a vivir en la esclavitud: ni del pecado, ni de la tristeza sin remedio, ni de cualquier cosa, sea externa o interna de sí mismo, pues la Esperanza, virtud teologal recibida en el Bautismo, es el motor para mantener la vida dinámica en el camino que tiene un único objetivo: alcanzar la vida eterna y vivir en la presencia de Dios, Uno y Trino, con la Santísima Virgen, San José y todos los Santos; y también, no lo olvidemos nunca, con el Ángel Custodio que nos acompaña desde el día de nuestra concepción por designio divino y particular para cada uno. El Ángel Custodio es como prenda y signo de que Dios está con cada uno, que por ello ni nos puede olvidar y menos abandonar.

Encomendemos a María, nuestra Madre y nuestra Guía, todas las intenciones y necesidades de los Hermanos que aquí nos encontramos cada día. AMÉN.


Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid - España



Meditaciones: Virgen María

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