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Mater Christi, Meditaciones Diarias | por Emilio Castrillón Hernández

  • Meditación del día:

Buenos días en el Día del Señor.

En la segunda lectura de San Pablo a los Efesios, 4,30-5,2, encontramos unos consejos muy a tener en cuenta.

Dice así esta perícopa: "No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que él os ha marcado para el día de la liberación final.
Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad.
Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.
Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor”.

Comienza diciendo: ‘No pongáis triste al Espíritu Santo’, lo que ya pone en tensión, pues cuesta creer que nuestro comportamiento pueda dar pena y tristeza al Espíritu de Dios, pero lo cierto es que así es, si comprendemos la grandeza de ser imagen y semejanza del Dios Creador.

Y ya el resto de los versículos son consejos muy a tener en cuenta, ya que son muy reales y hasta frecuentes en el corazón de las personas, como son: ‘la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad’ que San Pablo nos pide que los desterremos, por lo que será interesante que escrutemos el corazón para ver qué hay en él de estos sentimientos.

Y como contraposición nos exhorta a: ‘Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo’. También estos sentimientos serán fáciles de comprobar en qué grado los tenemos, pues el Apóstol terminará exhortándonos a ‘sed imitadores de Dios, como hijos queridos’, que viven en el Amor del mismo Cristo.

Tanto los defectos como las virtudes que propone San Pablo son muy claros y concretos, por lo que no puede ser difícil reflexionar sobre ellos en el propio corazón, aunque lo que ocurrirá es que si encontramos algo que hay que corregir o rectificar, comenzaremos responsabilizando a otro de ser o tener esos sentimientos, lo cual, sin duda, es erróneo, porque el otro puede ser responsable de mi mal por el daño que me hace o ha hecho, pero mi respuesta, que es lo que vale ante Dios, es la que está bien o mal, y ésta solo me corresponde a mí.

Necesitamos contemplar más, para asimilar las actitudes de Cristo en su Pasión, Crucifixión y Muerte, que merece la pena imitar.

Pidamos la ayuda de María, nuestra Madre y nuestra Guía, para que sepamos superar todas las limitaciones que no nos permiten ‘volar alto’. AMÉN


Emilio Castrillón
MATER CHRISTI
Madrid - España



Meditaciones: Consejos Evangélicos

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